Asusta un poco, ¿a que sí? A mí lleva varios meses haciéndome ojitos e intimidándome a partes iguales.
Hace tiempo que Elio se mueve y se mueve en la cuna buscando dónde apoyar la cabeza. Me di cuenta de que se quedaba frito en cuanto caía encima de mi brazo, así que empecé a ponerle un cojín finito que teníamos en casa. Lo malo es que la funda es bastante rígida, tiene cremallera y también tiene un poco de relieve por uno de los lados, así que no era nada cómoda. Necesitábamos una funda nueva.
También tengo que buscar proyectos para darle salida a la tela de mariquitas que usé para los regalitos de Candela. Compré bastante con idea de hacer una historia que al final no haré porque, a la hora de los tomates, la tela me parece demasiado femenina. Así que ya teníamos todo lo necesario: proyecto sencillo, tela y máquina. ¡Manos a la obra!
Hice la funda como las que compramos en cierto mastodonte sueco del mueble «barato», cerrada por un lado y con solapa por el otro. Me gusta que así queda toda la almohada cubierta.
Lástima que corté la solapa demasiado larga y eso hace que sea un pelín complicado meter la almohada. Bueno, se tarda cinco segundos, que no es ningún drama. Pero si alguna vez vuelvo a hacer una funda de almohada así, la solapa la haré más pequeñita.
Y aquí un detalle de cómo queda la costura por dentro con la remalladora.
Profesional, ¿eh? ¡Ahora a perderle el miedo a la máquina y usarla para otros proyectos!
Ya verás como le sacas partido. Y, como todo, cuestión de práctica. Ala, a remallar!
ResponderEliminarHe estado trasteando un poco más ¡y cuántas puertas abre este bicho! La seguiré usando, sin duda. :)
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