miércoles, 31 de julio de 2013

Una reliquia

Creo que si sigo yendo hacia atrás, encontraré algo que cosí cuando todavía estaba en la tripa de mi madre. No pienso volver a decir que algo es el origen de todo, porque ya van dos veces (aquí y aquí) y hoy he encontrado algo que cosí cuando estaba en la universidad. Lo que sí está claro es que hacer el blog ha sido todo un acierto, porque de memoria ando un poco corta.

El caso es que he ido en busca de un lápiz blanco para marcar una tela y, al ver el estuche en el que tengo guardadas estas cosas de costura, he pensado que se merecía una entrada.




No termino de recordar por qué me dio por coserme un estuche. Imagino que necesitaba uno y me pareció más sencillo coserlo que buscar uno que me gustara en las tiendas. Sí recuerdo que esta tela morada la compré para forrar las estanterías de mi habitación de estudiante (luego las plastifiqué). Qué maravilla aquella tienda de retales de la calle Tablas en Granada. Me pillaba a tiro de piedra de la facultad, tenía telas realmente baratas... ¡y qué poquísimo la aproveché!

Por entonces no tenía máquina de coser, así que las costuras las hice a mano con una paciencia que ahora no tendría ni de broma.

Puntadita a puntadita
Me sigue gustando mucho este estuche y sigue como el primer día a pesar de que no sobrehilé las costuras interiores ni nada. Eso sí, dejé un margen de costura kilométrico. La tela apenas se ha deshilachado, pero a precavida no me ganaba nadie.

También me hice unas cortinas negras chulísimas. Bueno, solo las hilvané a mano y mi madre las cosió con la máquina en unas vacaciones. Eran cortinas de puerta y las puertas eran de piso antiguo con techos altos. Si las hubiera hecho a mano, todavía estaría cosiéndolas. La idea era coserles estrellas plateadas (todavía tengo la tela plateada que compré para eso), pero al final nunca lo hice. Se ve que agoté la paciencia con el estuche.

¡Qué tiempos!

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