¡Dentro de nada nos vamos de boda!
Le he dado muchas vueltas a qué ropa ponerle a Unai para la boda de sus titos, que será el 17 de agosto. Y más vueltas he dado por las tiendas en busca de algo que me gustara, fuera arregladito y no me despeluchara la cartera. Meeeeeeec. Misión imposible.
Reconozco que hay varias cosas que me convencían, pero no me parecieron nada prácticas: no iba a ponérselas nunca más, a no ser que fuera a modo de disfraz, y la boda es por la tarde-noche, así que me parecía un sinsentido gastar dinero (y no precisamente poco) en algo que el crío solo se va a poner durante unas horas.
Al final, encontré esta camisa:
Me gustó. Sí, iba bien para una boda y tenía papeletas de volver a usarse después. Lo malo es que no había quien encontrara unos pantalones que le siguieran el rollo y, al final, decidí hacerlos yo. Compré una tela como de traje en azul marino, rescaté
este patrón que me había descargado hacía siglos (en su versión con el frontal plano), me armé de valor y ¡tachán!
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El color no se ve bien, es más azul. |
Me encanta el rollo acampanadillo de los patrones de Dana.
Modificaciones al patrón:
- Añadí bolsillos, porque a Unai le encanta meterse cosas en los bolsillos. Sudores me han costado.
- La cinturilla la hice como pieza aparte, así que tuve que acortar el patrón por arriba. Llevo tiempo viendo ideas de cómo hacer esto, pero la última que recuerdo es
este tutorial de Rojo Ababol. También utilicé una goma con ojales para que el ancho fuera regulable. Aunque parezca mentira, utilizar este método me pareció más sencillo que correr detrás de Unai para medir el elástico. Teniendo en cuenta lo que me ha costado probarle los pantalones para saber por dónde coger el bajo, creo que acerté. Hasta el día de la boda no sabré si le van bien de largo o no, porque fue imposible mantenerlo quieto dos segundos.
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Estoy muy contenta con el resultado.
Y en esta foto se aprecia mejor el color real del pantalón. |
- Cuando ya tenía la tela cortada, encontré a cierto chavalín tijera en mano
customizando las piezas. ¡Aaaaaaaaaaaaaaah! Prometo que el corazón se me paró cuando lo vi. Pero al final no han quedado tan mal los parches, ¿no?
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¡Complicaciones adicionales! |
He usado mi maravillosa remalladora, porque esta tela se deshilachaba que era un gusto. Entre eso y que es más bien resbalosilla... ¡qué difícil de manejar! Este segundo proyecto con ella ha sido todo un reto, desde cambiar los hilos y ajustar las tensiones hasta hacer curvas y manejar varias capas de una tela resbalosa. ¡Más sudores!
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Un lateral y la trasera del bolsillo. |
Y ahora un detalle extra de la tela. Imagino que habrá quien se haya dado cuenta de que las costuras no están muy planchadas. Sí lo están, mucho, pero esta tela no se deja. No solo es desobediente, sino que se pone brillante si aplicas la plancha directamente. Me lo imaginaba y estuve planchando con un trapo en medio, pero una vez pasé de poner el trapo porque estaba planchando el interior del pantalón y...
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¡Más accidentes y muchos más sudores! |
Para compensar todo este follón de plancha al coser, la verdad es que la tela no se arruga nada ni cuando la lavas y eso se agradece mil.
En fin, después de tantas peripecias, así de conjuntadito irá Unai a la boda:
Estoy pensando en cambiar los botones, porque no me gustan nada en marrón. Si tengo algunos por casa que le vayan, me pondré a ello. ¡Y también tenemos plan B por si refresca (esta camisa ya la teníamos y todavía no se la ha puesto nunca, bu)!